viernes, 23 de abril de 2010

ROL DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y CIUDADANOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDAD HUMANA, SOLIDARIA E INTERCULTURAL.


El definir el rol de los movimientos sociales en la construcción de una urbe humana y solidaria desde la perspectiva intercultural supone establecer criterios claros del accionar de estos agregados sociales y cuál es su aporte en el proceso actual, y cual su influencia en la configuración del orden actual de la cosas.

Gramsci hace ya casi un siglo, estableció un criterio fundamental: La existencia de una “sociedad civil”. Elemento a partir del cual podemos esclarecer un primer punto de quiebre entre las visiones del movimiento social. Es decir la configuración de esta “sociedad civil” concibe al ámbito de la cultura, como un espacio en disputa, por establecer la hegemonía de un grupo sobre otro.

Movimiento social no es igual a movimientos sociales; siendo el primero el accionar de la colectividad en busca, mayoritariamente, de transformaciones, y de permanencias, en otras. Mientras que movimientos sociales se entiende como la pluralidad de opiniones y acciones en búsqueda de fines concretos en el tiempo y en el espacio, por ejemplo: El movimiento social ecuatoriano podemos establecerlo desde los inicios mismos de nuestro país, que únicamente presenta modificaciones frente al contexto social, esto implica la consideración de la existencia de movimiento social desde la gesta de independencia, la cual tuvo como grupo catalizador a los masones y toda la idea iluminista e ilustrada de la Europa del siglo XVIII , mientras que los movimientos sociales, que solo tienen una participación activa desde los ochentas hasta la fecha, son colectivos de personas que responden a objetivos propios, que muchas veces no se articulan con un proyecto país. Podemos observar la existencia de movimientos sociales a favor y en contra del aborto, defensores del medio ambiente, ecologistas, religiosos, artístico – culturales y de toda índole y de todo espectro de acción.

El movimiento social ecuatoriano siempre ha estado sostenido por el afán de establecer la supremacía de un criterio “nuevo” sobre uno “anterior” en el marco de la batalla cultural. Los movimientos sociales ecuatorianos, son colectivos que, aunque manejan igual criterios “nuevos”, no necesariamente declaran esta batalla, pudiendo diferenciarlos así: El movimiento social es de vanguardia, contra el estatus quo, mientras que los movimientos sociales son de resistencia frente a los atropellos del sistema actual.

A este panorama debemos añadir un problema conceptual adicional: Dentro de los movimientos sociales existen los Movimientos ciudadanos, que pueden ser entendidos como: la asociación de individuos en goce pleno de sus derechos, o como la agrupación de ciudadanos de ciudad con todas las especificidades que esto implica.

Preguntarán: ¿A qué viene esta caracterización? Pues bien, el hecho de delimitar a cada uno de estos sectores, responde a la necesidad de identificar estos grupos, no en la óptica de los hechos sociales de Durkeheim, sino en la perspectiva de la lucha de clases. Es decir: si queremos establecer criterios del rol de los movimientos sociales para una ciudad humana y solidaria debemos concebir a estos como depositarios de un afán de clase, como representantes de posiciones antagónicas.

Una vez reconocido, desde la base social, la pertenecía de clase de los movimientos sociales, es que podemos, ahora sí, avanzar al plano superestrutural de la cultura, es decir abordar la subjetividad de estos grupos y tratar la interculturalidad.

Desde las instituciones, y el concepto global, generalmente, existe la consideración de interculturalidad como la aceptación de todas las opciones de los diferentes grupos, es decir, la interculturalidad está definida como inclusión de sectores marginados, considerando esta marginación a partir de un criterio predominante, la cuestión étnica. ¿Qué implica esto? Que se trabaja por un dialogo multiétnico que permita la convivencia de indígenas, afro ecuatorianos, montubios y demás, con lo blanco – mestizo, representante de la cultura occidental.

Aunque la iniciativa, a simpe vista, pueda parecer como una concertación de los grupos sociales por lograr una equidad, este trabajo conduce únicamente al intento de acoplar a estos sectores dentro de la lógica occidental, con pequeñas concesiones como la bilingüe, lo ancestral, lo andino.
Sin embargo, este esquema no es intercultural, pues, retomando a Gramsci, la batalla cultural es entre tendencias económicas y de poder, más no de procedencia étnica. Es entonces que el patrón de trabajo de los movimientos sociales pierde la orientación y limita su acción a reivindicaciones dentro del mismo sistema capitalista.

Jesús García propone: “la interculturalidad se refiere a la presencia e interacción equitativa de diversas culturas y la posibilidad de generar expresiones culturales compartidas, adquiridas por medio del diálogo y una actitud de respeto”, que acompañado al aporte de Pierre Bourdieu: “Elaborar y diseminar instrumentos de defensa contra una dominación simbólica que cada vez descansa mas sobre la autoridad”, conforman un concepto de interculturalidad como la acción conjunta de los pueblos en contra de un poder hegemónico establecido. Es decir la interculturalidad, desde esta visión, no se queda en el reconocimiento de las habilidades de los pueblos, sino que articula acciones conjuntas aceptando la autodeterminación de los pueblos.

La configuración de las ciudades, en nuestros tiempos, y específicamente Cuenca, presenta además del problema de la discriminación por la procedencia, el problema de la discriminación por la adquisición de nuevos patrones. Podemos observar indígenas raperos, como mestizos punks, afro metaleros y Cuencanos “i love New York”, todos ellos apartados de sus familias por el fenómeno migratorio y de la sociedad por su nueva opción cultural.

Es entonces que cabe la siguiente reflexión: ¿los movimientos sociales están logrando el dialogo de saberes o más bien impulsan la conformación de guetos culturales endógenos y exógenos?

Pues bien: debemos partir desde el hecho de que los movimientos sociales carecen de insumos ideológicos de articulación de las diferentes culturas “étnicas” “urbanas” y demás que logren visualizar realmente los conflictos profundos y no solamente los de forma.

Otro elemento adverso para los objetivos planteados, es la homogenización de los movimientos sociales: de mujeres, de indígenas, de jóvenes, de ecologistas, de jubilados, esto debido a que toda expresión colectiva se denomina movimiento social. Entonces los jóvenes independientemente de sus objetivos son colocados en el mismo grupo, movimientos artísticos, con movimientos políticos, al igual que las mujeres cristianas con las mujeres pro aborto.

Esta falta de articulación de los movimientos, frente a sus objetivos ulteriores y solamente por su procedencia es una de las mayores adversidades para la lucha por el país.

Ahora bien: no podemos negar la importancia que han tenido los movimientos sociales en las luchas actuales desarrolladas en el Ecuador, pero si realmente queremos definir un rol de estos en la construcción de una ciudad humana y solidaria debemos tener claro que hay movimientos y movimientos, y esta diferencia radica en su orientación política, es entonces cuando todo el rol de los movimientos sociales se torna protagónico y no solo de participación.

¿Qué quiero decir con esto? Todos los movimientos sociales ejercen influencia, pero no podemos considerarla igual de protagónica la una de la otra. ¿Cuál es la solución? Que los movimientos sociales superen la coyunturalidad de su trabajo para pasar a objetivos externos y colectivos donde como plantea Fornet – Betancourt “La interculturalidad se perfile como el hilo conductor de una práctica de verdadera universalización humanizante”; que logre sortear las dificultades de un mundo de instituciones monoculturales al servicio de la cultura hegemónica del occidente capitalista.

Como conclusiones:

• El rol de los movimientos sociales debe ser el de convertirse en el nexo entre los grupos sociales en función de objetivos generales de clase, que solucionen sus problemas específicos a la medida que los problemas generales se resuelvan.

• Los movimientos sociales deben desarrollar trabajo de base, que instrumente a sus miembros en la participación protagónica en la toma de decisiones.

• Los movimientos sociales deben eliminar las practicas ong`s, en el sentido de desvinculantes de las responsabilidades del estado y de la sociedad.

• Debemos considerar la interculturalidad como la posibilidad de articulación de procedimientos y acciones de los diferentes grupos en función de la batalla de ideas, que posibilite la deconstrucción del paradigma occidental.

• Debemos generar un dialogo intercultural, más allá de las reivindicaciones formales, para pasar al empoderamiento general tanto del problema como de la solución.

• Establecer una ciudad humana, apartada del patrón de la caridad cristiana, que convierta a los movimientos sociales en profundizadores de la democracia, como única vía para la eliminación de la inequidad

• Desarrollar un proyecto de ciudad solidaria, desde la visión cooperativa, que elimine el asistencialismo y de paso a la construcción de una comunidad en la ciudad.

Finalmente la tarea de los movimientos sociales es el de llamarse a la autocrítica y a la depuración ideológica, a la consolidación de sujetos políticos, al establecimiento de criterios claros de acción y de articularse en movimiento social proactivo y propositivo frente a los requerimientos de una práctica intercultural democrática incluyente, profunda, humanizadora y revolucionaria, que en el dialogo de saberes no de supremacía a los mismos patrones de conducta neoliberales sino configure una respuesta concreta y conjunta contra el capitalismo.

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